
Día 2:
Resurrección de Jesús a través de los ojos de María
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CITA BÍBLICA
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Todos ellos, íntimamente unidos, se dedicaban a la oración, en compañía de algunas mujeres, de María, la madre de Jesús, y de sus hermanos.
Hch. 1,14
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REFLEXIÓN
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¿Cómo vivió nuestra Madre la Resurrección?
María es la única que mantiene viva la llama de la fe, preparándose para acoger el anuncio gozoso de la Resurrección.
S.S. Juan Pablo II
La espera que vive la Madre del Señor el Sábado Santo constituye uno de los momentos más altos de su fe: en la oscuridad que envuelve el universo, ella confía plenamente en el Dios de la vida y, recordando las palabras de su Hijo, espera la realización plena de las promesas divinas.
Después de haber vivido semejante tormento de ver en tan cruel muerte a su Hijo, nuestro Salvador… Después de haber esperado en las más grandes y densas penumbras durante el viernes, cuando recibió en sus brazos maternos a su Hijo muerto y flagelado, y el sábado en la espera silenciosa pero llena de Fe.
Es de pensar e imaginar que la Luz de la Resurrección de su Hijo, la luz que brota de Su Sagrado Corazón resucitado, luz ahora eterna y victoriosa, con un renovado fuego de Amor, llegaba en su primer rayo al Inmaculado Corazón de María.
Los evangelios refieren varias apariciones del Resucitado, pero no hablan del encuentro de Jesús con Su madre. Este silencio no debe llevarnos a concluir que, después de Su resurrección, Cristo no se apareció a María.
Imagino a María, exclamando : “Hijo mío” y poniéndose de pie pronto para recibirlo con suma alegría, le vio entrar, en su recinto, y dándose un abrazo en el Amor fundido. Toda tiniebla por siempre se dispersó, toda oscuridad se iluminó y la tristeza en alegría eterna se convirtió.
En ese preciso momento todo dolor se disipa, toda angustia y tristeza se funde en un amor total y absoluto que no da lugar mas que al aceptar la voluntad de Dios, voluntad de Amor y Misericordia.
Por ser nuestra Madre, imagen y modelo de la Iglesia, que espera al Resucitado y que en el grupo de los discípulos se encuentra con Él, durante las apariciones pascuales, parece razonable pensar que María mantuvo un contacto personal con su Hijo resucitado, para gozar también ella de la plenitud de la alegría pascual.
Permitamos que con la Resurrección de Jesucristo nuestro Señor, resuciten también nuestros dolores, nuestras angustias, nuestros miedos, y permitámonos resucitar con ellos, dejándonos inundar por Su Amor y Su victoria.
Esto ciertamente no cambiará el entorno que nos rodea, pero sí cambiará nuestra actitud ante este entorno.
Alégrate, Jesús resucitó por ti.
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ORACIÓN
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María, Madre nuestra, te pido con toda humildad como tu hijo(a) que soy, que me lleves de tu mano maternal a recibir esta Pascua, como tú misma la recibiste. Dispón todo de mí, para que los rayos de Jesús Resucitado inunden todo mi ser. Ora conmigo, camina conmigo, enséñame a transformar mi dolor, mis temores y mis angustias, pero llévame a las alturas de tu amor con Jesús Resucitado.
AMÉN
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RETO AGOV
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Ve ante una imagen de María Santísima, o cierra tus ojos, e imagínala contigo allí en donde estás. Y deja que te lleve de su mano maternal a ese momento en que Jesús Resucitado y nuestra Madre se abrazaron.
Después, trata de llevar esta felicidad a los demás, en especial a quienes sabes que más lo necesitan.

ORACION DIARIA
Jesús Resucitado, qué bueno es sentir tu presencia poderosa y acogedora que despierta y llena de vida todos los ambientes que me rodean, alejando todo sentimiento de angustia y abandono.
Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, porque solo de Ti me viene ese amor que me sostiene, esa fuerza que me restaura y todo ese tesón para seguir luchando con valentía.
Gracias por tu eterno sacrificio de amor en la Cruz, por tu gloriosa resurrección que me invita a renovar mi corazón en tus promesas, y gracias por todos los momentos de oración que hemos disfrutado juntos.
Ayúdame a reconocerte en todo momento, sentir que estás vivo y presente, sentir tu cercanía y la calidez de tu voz que consuela y trae la paz al alma. Solo tu voz quiero seguir, solo tu voz quiero sentir.
Ayúdame a reconocer tu voz en las tristezas y alegrías, en los momentos de aflicción. Quiero recurrir a ella y rendirme a tu voluntad porque Tú has derrotado la muerte y me has dado el regalo de la salvación.
Te pido que sigas obrando en mí, sigue bendiciéndome y abriendo caminos de sanación, de salud, de fortaleza, de esperanzas. Capacítame con tu sabiduría para saber romper todo muro de dolor que no me deja avanzar.
Concédeme la gracia de poder liberarme de miedos y opresiones, de sentirme capacitado y valiente para salir y anunciar todo lo bueno de tus promesas.
Quiero nacer de nuevo en el Espíritu, rehacer mi vida para alabarte y adorarte, porque solo en tus manos estoy segura.
AMÉN
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