
Día 6:
Jesús sana nuestra incredulidad
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CITA BÍBLICA
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Luego dijo a Tomás: «Trae aquí tu dedo: aquí están mis manos. Acerca tu mano: Métela en mi costado. En adelante no seas incrédulo, sino hombre de fe». Tomás respondió: «¡Señor mío y Dios mío!.
Jesús le dijo: «Ahora crees, porque me has visto. ¡Felices los que creen sin haber visto!».
Jn. 20, 27-29
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REFLEXIÓN
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Estando reunidos los diez (pues faltaba Tomás) sin abrirse las puertas, se apareció Jesús ante ellos en el Cenáculo y les dijo: “La paz sea con Ustedes”. Quedaron sobrecogidos y llenos de miedo, creían ver un espíritu. Pero Él les dijo: ¿Por qué se inquietan y por qué dudan en sus corazones? Vean mis manos y mis pies. Soy yo mismo. Un espíritu no tiene carne y hueso.
El domingo siguiente a la Resurrección, Jesús se apareció de nuevo a los Apóstoles. En esta ocasión estaba Tomás con ellos y superó la incredulidad que había manifestado ante los comentarios de los diez, haciendo un acto de fe explícito en Jesús como Señor y como Dios.
Pese a haber dudado antes, en ese momento al estar frente a su maestro pidiéndole: “Acerca aquí tu dedo y mira mis manos; trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”.
Ello dio pie a que Jesús enunciara las palabras que nos llenan de esperanza: «Dichosos los que crean sin haber visto»
Jn. 20, 29
Esta es una bienaventuranza hermosa. Porque a decir verdad, a la gran mayoría de nosotros, Jesús no se va a presentar resucitado en apariencia humana. Sino que se nos presenta Resucitado, pero escondido en el Pan Eucarístico y en nuestros hermanos, en el prójimo.
Tomás pareciera ser una persona de nuestro tiempo, queriendo ver todo con los sentidos. Los sentidos son buenos para saborear, oler, contemplar etc., pero en el campo de lo espiritual nos estorban.
Y aquí es donde entra la bendición de Dios, para que sin ver creamos, para que sin necesidad de milagros, confiemos, amemos y actuemos. Esta es la bendición de ”la Fe”.
Hay que meditar, y adentrarnos en esta bendición, hay que pedirla, hay que buscarla y trabajarla. Es Jesús mismo quien nos llama “dichosos, felices” a todos los que sin ver nunca algo extraordinario se mueven por la Fe, y en la Fe saben que Jesús está vivo.
Esto da consuelo a Jesús, le da alegría, y derrama gracias y bendiciones para nosotros.
Promovamos y seamos testigos de la esperanza cristiana en nuestra familia.
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ORACIÓN
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Jesús, sinceramente muchas veces no entiendo, no sé qué pasa, y me confundo en la manera en cómo se va llevando mi vida. Pero en fe, creo que estás Vivo y Resucitado conmigo, que estás al pendiente de mí. Y aunque no te vea, aunque no te entienda y aunque no te sienta, creo profundamente que tu Mano me conduce al mejor de los pastizales donde me alimentarás y resguardarás.
Jesús Vivo y Resucitado, YO CONFÍO EN TI
AMÉN
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RETO AGOV
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Cada que sientas que tu Fe se tambalea o se debilita, recuerda y repite estas palabras del evangelio:
Dichosos los que crean sin haber visto

ORACIÓN DIARIA
Jesús Resucitado, qué bueno es sentir Tu presencia poderosa y acogedora que despierta y llena de vida todos los ambientes que me rodean, alejando todo sentimiento de angustia y abandono.
Ayúdame a permanecer siempre cerca de Ti, porque solo de Ti me viene ese amor que me sostiene, esa fuerza que me restaura y todo ese tesón para seguir luchando con valentía.
Gracias por Tu eterno sacrificio de amor en la Cruz, por Tu gloriosa resurrección que me invita a renovar mi corazón en Tus promesas, y gracias por todos los momentos de oración que hemos disfrutado juntos.
Ayúdame a reconocerte en todo momento, sentir que estás vivo y presente, sentir Tu cercanía y la calidez de Tu voz que consuela y trae la paz al alma. Solo Tu voz quiero seguir, solo Tu voz quiero sentir.
Ayúdame a reconocer Tu voz en las tristezas y alegrías, en los momentos de aflicción. Quiero recurrir a ella y rendirme a Tu voluntad porque Tú has derrotado la muerte y me has dado el regalo de la salvación.
Te pido que sigas obrando en mí, sigue bendiciéndome y abriendo caminos de sanación, de salud, de fortaleza, de esperanzas. Capacítame con Tu sabiduría para saber romper todo muro de dolor que no me deja avanzar.
Concédeme la gracia de poder liberarme de miedos y opresiones, de sentirme capacitado y valiente para salir y anunciar todo lo bueno de Tus promesas.
Quiero nacer de nuevo en el Espíritu, rehacer mi vida para alabarte y adorarte, porque solo en Tus manos estoy segura.
AMÉN
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