Hija mía querida, la noche… dulce reposo para todos aquellos que tienen paz en sus corazones… suave momento para quien no odia…
El reposo… el merecido reposo para quien, cansado, ha trabajado con amor y paciencia por la propia familia, por el bien de la propia familia… por ayudar al hermano, para quien ha sabido dar y transformar la jornada en una alabanza al Señor Eterno, viviendo con el pensamiento dirigido hacia Mi… agradeciéndome por el don del sol… de la lluvia… por el don de la propia familia… por el don de ser… de existir… por el don de la vida…
Dulce reposo… plegaria que canta… voces que acompañan el mecimiento de un sueño reparador…
En todo he pensado… también en vuestro reposo, y en el reposo, vuestro espíritu vive, y alguna vez, Yo lo permito, viajáis conmigo en el Universo…
Hija, ahora descansa también tu…
Hoy, muchos hijos míos y hermanos tuyos, piensan en ti y me agradecen con una sonrisa y un profundo acto de amor…
Sueña con las estrellas… y allí… tu madre.
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Padre… dulce Padre mío… escucha mi corazón… escucha el corazón de tus hijos… Padre mío… Padre Nuestro que estas en los cielos… líbranos del mal…
(Mirella Pizzioli)
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