
DOMINGO 27 DE OCTUBRE
SEMANA TREINTA Y UNO
<< Porque el que se ensalza será humillado, y el que se humilla será ensalzado. >> Lc 18, 9-14
Oh Virgen Santísima, tal es tu humildad que se admiró el arcángel al verte. Enséñame cuán dulce y agradable es un alma que se humilla por amor al Señor, y cuán útil es a toda su obra.
Oh Madre del Cielo, que la humildad me haga cada día más sencillo y más pequeño, para que la tentación del orgullo no encuentre espacio para anidar en mí.
María, por nuestra soberbia, tus hijos más pequeños e indefensos, los bebés en gestación, son relegados a los últimos lugares de la dignidad humana, al punto de que su vida ni siquiera cuenta. Te pido que los protejas, y que las gracias que se desparraman a través del canal de sus almas puras, transformen y conviertan a sus padres y al mundo entero.
Amén
Jesús, María y José, les pido por la vida del niño que he adoptado espiritualmente y que está en peligro de ser abortado (nombre espiritual del bebe).
Que pueda nacer tal y como yo he nacido, para vivir una vida como hijo de Dios, para amarle y servirle.
También les pido por su mamá y su papá. Intercedan ante Dios, para que les dé la fuerza que viene de Su gracia, y así transitar estos nueve meses, sintiendo Su presencia y amor.
Amén.
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