DÍA 13: HUMILDAD
4 diciembre
En el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén
Breve silencio para ponerse en presencia de Dios, rogando a María Santísima sea nuestra compañera y guía en este camino hacia el encuentro con su Hijo Jesucristo.
ORACIÓN CAMINO A BELÉN
Querido niño Jesús: Te quiero hacer presente aquí, en este rato de oración. Muchas veces pienso en ti, me acuerdo de ti, pero no te pienso. Pensarte es quererte y quererte es buscarte. Sí, quiero buscarte, caminar hacia ti, pero sabiendo que Tú me buscas siempre primero. Quiero recorrer este camino de la mano de María, tu madre, sostenido por el auxilio del Espíritu Santo, para que tu Amor se revele en plenitud dentro de mi corazón en esta Navidad.
CITA
Ponerse de rodillas ante Dios es señal de abandono, de seguridad puesta a los pies del Maestro. De rodillas, no tenemos facilidad de movimientos, no podemos huir, no nos podemos defender. Sí, la oración verdadera es un acto de humildad, de presentarnos indefensos ante el amor de Dios. (Sal de tu Cielo. Cap. 2.5)
REFLEXIÓN
La Encarnación es acto de humildad suprema. El Hijo de Dios vino a nacer en una cueva, en medio de animales. El esperado Mesías, el Rey de reyes no llegó cubierto de gloria y de riquezas. ¿Qué nos quiere decir Jesús con esto? Se hace niño para rompernos el corazón y ayudarnos en la humildad. Necesitamos disminuir para que Él crezca en nuestro corazón.
Contemplar al niño Jesús es una auténtica transfiguración: su gloria se dibuja en su pequeñez, su amor en la sencillez y su fuerza en su debilidad.
Para entrar en Belén y encontrar a la Luz del mundo tenemos que ser humildes y agacharnos. Reconocer nuestros pecados reconociendo a nuestro Salvador. Puede que no nos sintamos dignos, pero aun así, podemos ofrecerle el oro de nuestro corazón, el incienso de nuestra voluntad y la mirra de nuestros pensamientos.
Pidamos al Niño en Belén que nos renueve y nos lleve a su Corazón. Nos transportará también hasta la cruz y allí encontraremos ese costado abierto que nos sanará.
Si nos agachamos, podremos entrar y adorar a Jesús, dejando que su ternura ilumine nuestra pequeñez.
ORACIÓN
¿POR DÓNDE, SEÑOR?
Mi alma a Jesús
Mis pies cansados caminan, sí pero no tienen ya la fuerza de ayer La inercia me ayuda a avanzar buscando el consuelo de tu amor
Ya no sé qué quieres de mí ni cuál es el sentido de mi corazón ¿Por dónde, Señor, he de avanzar? ¿Cuál es tu voluntad?
Mil caminos recorrí y no sé encontrar la paz La seguridad se convierte en miedo Mi esperanza se rompe en el fuego del dolor Y el amor que un día profesé se seca más y más
Jesús a mi alma
Ten paciencia alma mía, mi amada y predilecta Tu fuerza no está en tu victoria Sé derrota de tu yo cansado y perdido así mi corazón podrá abrazarte hasta la meta
El desierto es profundo y terrible Te ahoga la soledad de no ver nada Despréndete de aquello que te estorba La humildad debe ser tu vestido y gloria
A quien amo purifico, acompaño y embellezco Con las joyas que el alma más anhela Avanza en mi corazón, ya convertido hacia el cielo que te abro cada día
Confía alma mía, no preguntes ya por dónde Yo soy el camino, la verdad y la vida Vístete de gala en tu dolor porque ya viene aquél que te abrazó sin miedo en su Pasión
Del libro Jesús a mi alma, P. Guillermo Serra L.C.
PROPÓSITO
Reunidos aquí, en esta noche de Adviento, arrodillémonos ante alguna imagen de Jesús, y así, más cerquita de la tierra, hagamos un profundo examen de conciencia, reconociendo nuestros pecados de pensamiento, palabra, obra u omisión. Y con arrepentimiento sincero, propongámonos enmendarlos y acudir al sacramento de la Reconciliación como preparación para recibir al niño Jesús.