CATEQUESIS DE ADVIENTO
DÍA 8 🌲ORIGEN DE LA NAVIDAD
Dada la forma como se extendió el cristianismo, en donde lo más importante era el anuncio de la salvación en Cristo, por medio de su muerte y resurrección, hizo que muchos datos no fueran recogidos con exactitud por la historia. Entre ellos está la fecha exacta (mes y día) del nacimiento de Jesús, ya que lo importante era "la certeza de la encarnación". Por ello, san Lucas que sitúa históricamente este acontecimiento se concreta a decir que el nacimiento de Jesús tuvo lugar durante el censo realizado por Cesar Augusto, siendo Quirino gobernado de Siria (Lc 2,1), lo cual no nos da mucha información ya que el censo al parecer duraría unos 3 años en realizarse en todo el imperio y Quirino quien de acuerdo a Flavio Josefo, historiador de ese tiempo, fue gobernador de esta provincia Romana del 3 a.C. hasta el 6 d.C.. Otro dato que emerge de la Escritura es el hecho de que María concibió a Jesús 6 meses después de que santa Isabel concibiera a san Juan (Lc 1,36), que de acuerdo a Lc 1,23-24) sería al final del periodo que le tocaba a Zacarías realizar sus servicios en el templo. Finalmente está el dato que los pastores estaban durmiendo a la intemperie, por lo que debe ser un tiempo en el hace calor, aun en la noche (Lc 2,8).
Con estos datos, quienes recientemente han estudiado este aspecto histórico de Jesús, han llegado a la conclusión que muy posiblemente Jesús haya nacido durante la primavera.
Ahora bien, ¿cómo es entonces que celebramos su nacimiento el 25 de diciembre?
Esto obedece sin lugar a dudas a una acción pastoral de la Iglesia, la cual extendida por todo el imperio, adopta como fecha del nacimiento de Cristo el 25 de diciembre con el fin de sustituir con ella la fiesta pagana difundida en todo el imperio llamada: "Natalis solis invicti", que celebraba la victoria del sol contra las tinieblas (producto del Solsticio de invierno), misma que fue establecida por el emperador Aureliano en el 274 a.C. en honra al Dios "sol" de los Sirios. De esta manera, una fiesta que era pagana se convirtió con el paso del tiempo en una fiesta cristiana la cual se extendió rápidamente en toda la Iglesia, principalmente de Occidente.
Desde entonces la vida cristiana gravitaría en dos polos, la fiesta de la Navidad y la Pascua. Para la preparación de dichas fiestas se establecieron con el correr de los años, un periodo de preparación. Así nacieron la Cuaresma y el Adviento.
Ya para el siglo VI se tienen noticias ciertas de una preparación para la celebración de la Navidad que estaba caracterizada por algunos días de ayuno y oración intensa. Esta preparación, durante el Medievo, fue llamada Adviento, ya que esta palabra (del latín "adventus"), no solo significaba preparación, sino que estaba referida a la serie de preparativos que se realizaban en una ciudad para recibir a algún alto dignatario de estado. Por ello el Adviento cristiano, centraba su atención en la preparación de toda la comunidad para celebrar la fiesta de la Navidad con un fuerte espíritu de gozo, pero al mismo tiempo acentuaba la perspectiva de la segunda venida de Cristo, para la cual era necesario estar preparado, realzándose el aspecto de conversión persona.
El Concilio Vaticano II, ha querido conservar estas dos dimensiones del Adviento, por lo que la liturgia y la acción pastoral debe centrarse en una preparación espiritual que mueva a la conversión a la comunidad en la espera gozosa de la segunda venida de Cristo y al mismo tiempo, la invite a celebrar en la alegría y la paz del Espíritu Santo la memoria del nacimiento de Nuestro Salvador. El Catecismo de la Iglesia Católica dice: "Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida" CEC 524.
Como preparación a esta celebración y a fin de recordar de manera más viva el misterio de la Encarnación de Cristo, san Francisco de Asís (1223) construyó a las afueras de la ciudad, lo que hoy llamaríamos "nacimiento", invitando a todos los pobladores a reunirse para orar y contemplar, lo que el llamara "el misterio más sublime de Dios: la Encarnación de Jesús".
Los primeros evangelizadores de América, trajeron consigo esta tradición, lo cual se presentaba idónea para evangelizar a los moradores de nuestro continente, gente sencilla y de gran imaginación.
Así mismo introdujeron lo que hoy conocemos como las Posadas, que en su inicio era una Novena de preparación para la celebración de la Navidad. En esta preparación se aprovechaba, no solo para orara, motivo principal de la reunión, sino incluso para catequizar a los indios. Así nació también la tradición de las piñatas, la cual era una olla de barro cubierta con papeles de muchos colores y en forma de una estrella. Esta representaba el pecado, que se presenta siempre atractivo a la vista, pero que -explicaban los catequistas - termina destruyendo la vida de aquel que no se aparta de él. Para combatirlo se debe luchar con la fuerza de Dios, la cual era representada por un palo, y guiados solo por la fe (con los ojos vendados) y ayudado de los demás hermanos, quienes le hace saber donde está la estrella con el fin de de acabar con ella. Cuando finalmente el pecado es vencido (cuando se rompe la olla de barro) la gracia se derrama sobre todos, representados por las frutas y golosinas que los evangelizadores previamente habían puesto.
En otras palabra, el Adviento es un tiempo en el que se debe profundizar en el misterio de nuestras salvación, el cual se inicia con el nacimiento de Cristo. Es un tiempo propicio para la oración, de manera particular la oración en familia, recordando que precisamente Jesús quiso nacer en una familia como la nuestra. Es tiempo de crecer en la caridad, y en el compartir, al recordar que, Jesús, siendo Dios nos retuvo para si la gloria que merecía como Dios, sino que se hizo como uno de nosotros (cf. Fil 2), y que, como dice san Agustín, se hizo pobre para que nosotros nos hiciéramos ricos, compartió con nosotros todo lo que tenia, incluso su Madre Santísima.
🌹 NUESTRA SEÑORA DE LOS BRAZOS VACÍOS
Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, señora de la preñez evidente y extenuante. Cuánto deseamos que camines con nosotros. Cuánto necesitamos de ti, mujer del pueblo, que viajas presurosa y alegre a servir a Isabel, a pesar de tu vientre pesado y fatigoso. Entre las dos tejerán esperanzas y sueños.
Señora del Adviento, señora de los brazos vacíos, también nosotros estamos preñados de esperanzas y sueños. Soñamos con que el canto de las aves no vuelva a ser turbado por el ruido de las balas. Soñamos con nuestros niños sin temores, cantando al fruto de tu vientre ya cercano. Soñamos con los niños de Colombia durmiendo tranquilos al arrullo de un villancico. Soñamos que nuestros viejos mueren tranquilos y en paz murmurando una oración. Soñamos con que algún día podremos volver a tener sueños y utopías y esperanzas.
Señora del Adviento, la de los brazos vacíos, visítanos como a tu prima. Monta tu burrito y ven presurosa. Nuestros corazones son pesebres huecos y fríos donde hace falta que nazca tu hijo. Ven, señora, con tus gritos de parto a calentar nuestros corazones, a seguir tejiendo esperanzas con nosotros, como lo hiciste con Isabel. Solo así, en medio de la noche iluminada por tus brazos ahora llenos y por tus pechos que amamantan, podremos volver a soñar... podremos gritar ¡es navidad!.
CARLOS MARIO CANO, Medellín