No basta reflexionar en las relaciones entre hacer y ser; necesitamos también analizar la interrelación entre "tener" y "ser". Indudablemente, hoy se valora más al que "tiene" que al que "es"; en la escala de valores el tener está por encima del ser. Sin embargo, el hecho de tener más o menos, no cambia fundamentalmente al ser, que sigue siendo sustancialmente el mismo ser. No podré enorgullecerme de tener, si ese tener no me sirve para ser más y mejor. En efecto, el tener, en tanto tiene valor, en cuanto me sirve como medio e instrumento para ser más, para realizarme más, para perfeccionarme más, es un medio: debe ser un medio y no un fin. El tener comporta un verdadero valor, pero siempre que no se lo desubique de la línea de la instrumentalidad. "No os fiéis de la opresión, no os ilusionéis con la rapiña; a las riquezas, cuando aumenten, no apeguéis el corazón" (Salmo 62, 1). No está el hombre para Las riquezas, sino éstas para el hombre; no debe ser esclavo el hombre, sino esclavas las riquezas; no son malas, no deben tomarse como malas, pues también los bienes de la tierra son bienes de Dios, puestos en las manos del hombre para su perfeccionamiento; pero cuando en lugar de servir para ese fin, se convierten en obstáculo, ya son algo malo. ¿Tienes pegado tu corazón?
