Te quejas de que tienes que hacer muchas cosas; te debes prodigar hasta el desgaste; llevas adelante no pocas responsabilidades; tú mismo te enfrascas en no sé cuántas cosas. No te digo que esto esté mal; si eres alma grande, si eres alma generosa, nunca pondrás límite a tu acción en pro de los demás y cuando se trata de hacer algún bien; no está mal; puede estar incluso muy, pero muy bien; al fin eso puede llegar a ser: darse y darse sin retaceos. Pero deseo hacerte reflexionar que en ocasiones ese hacer sin medida y sin control puede resultar contraproducente con relación a la calidad de tu acción. ¿No crees que sería mejor hacer muy bien una sola cosa que hacer muchas imperfectamente? Quizá sea preferible contraerse a menos cosas, pero realizarlas con mayor perfección; no abarcar tanto, pero ser más responsable en las cosas que uno toma como obligación.
"Te afanas y te preocupas por muchas cosas; y hay necesidad de pocas, o mejor, de una sola" (Lucas, 10, 41-42). Piensa si a lo mejor estás preocupándote mucho por ciertas cosas, y quizá estás descuidando lo principal, que es la fidelidad al amor del Señor.